Conocí el yoga por simple curiosidad porque no buscaba nada. Fue en mi momento más débil, pues sufría de Anemia y a punto de rendirme en cuanto a los deportes, fui a mi primera clase de Power Yoga donde mi sorpresa fue haber podido con una actividad física sin desmayarme por primera vez desde hacía años. «Ejercicio divertido» lo llamaba, y no volví a faltar a ninguna clase desde ese día. Me volví fuerte físicamente (como jamás lo imaginé, incluso más) y, sin darme cuenta ni buscarlo, mental y espiritualmente me volví consciente. Comencé a enseñar (casi sin quererlo) hace 4 años y terminé siendo dueña de mi propio estudio en Venezuela, lo cuál me enseñó lo que me faltaba aprender que no se basara en mí: la experiencia de los demás. Mi felicidad era dictar y soñaba con realizar el profesorado de Power Yoga con Fred y, 4 años después, él mismo me dió la oportunidad que sin pensarlo tomé al venirme a Lima. Realicé mi sueño y vivo para el yoga en LimaYoga desde 2018, enseñando desde el corazón. Con gratitud por cada práctica que comparten conmigo. Mi parte favorita de dictar son los masajes y cuando sonríen.